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Serendipia: Abrir una librería en pleno siglo XXI, ¿no es muy romántico, casi un acto de rebeldía? No es el tipo de negocio en quien alguien piensa para enriquecerse.

Mónica: Lo cierto es que Katakrak no constituye un proyecto prefijado, sino que es el fruto de varias casualidades. En el año 2004 conocí a la mayoría de los integrantes de esta cooperativa en el frontón Euskal-Jai de Pamplona, en aquel entonces, el gaztetxe más grande de Euskal Herria. Tras días de actividad reivindicativa y tras comprobar que compartíamos una serie de valores, decidimos hacer algo juntos. Aunque no acordamos desde un principio hacer nada relativo a la literatura, comenzamos poco tiempo después con una pequeña cafetería-librería llamada “La hormiga atómica” liburuak, un proyecto que duró seis años y que supone el germen de Katakrak. Cuando se nos terminó el contrato de ese local, decidimos sopesar la idea de algo mayor y nos trasladamos a este local, fundando lo que es, a día de hoy, Katakrak. Pero pese al desarrollo, seguimos con la misma dinámica que al principio, una cooperativa a favor del comercio justo y la cultura, de la que vivir dignamente y, por supuesto, sin el objetivo de enriquecernos.

S: Estamos acostumbrados a los café-librería. ¿Cómo se llega a urdir la idea de un restaurante-librería?

 

M: Se trata de un hecho que viene de la mano de la adquisición del local actual, un lugar mucho más grande que nos ha dado la oportunidad de ofrecer muchos más servicios. El nuestro es un restaurante que, lógicamente, va acorde con nuestra ideología: vendemos comida de calidad a un precio económico, cocinamos productos ecológicos y cercanos (mayormente navarros). Aquí se puede comer, merendar o cenar, y la oferta gastronómica es muy diversa: desde un menú del día o medio menú, pasando por bizcochos, té, café, chocolate, hamburguesas o raciones sin olvidar nuestro vino y nuestra cerveza, bebidas hechas por nosotros de un modo artesanal y respetuoso.

S: El nombre Katakrak es muy sonoro, ¿cómo surgió esa idea?

M: Al cambiar de local decidimos hacerlo a lo grande, transformándolo todo, hasta el nombre. La palabra Katakrak fue propuesta en un coche volviendo de una de nuestras reuniones y creemos que es muy expresiva en cuanto a lo que el grupo defiende. Simula el sonido de algo que vence, que se rompe. Podría decirse que ese es nuestro objetivo con la sociedad: romper con las injusticias y abrir nuevas vías.

S: Hay una cierta tensión en Navarra entre el euskera y el castellano, ¿puede ser Katakrak un lugar de encuentro entre las dos Navarras?

M: En primer lugar, no consideramos que realmente existan dos Navarras, pese a que sea un término extendido que se utiliza a menudo. Sí que es cierto que Katakrak está formado por personas que hablan las dos lenguas, yo misma entiendo y trato de aprender euskera, pero creo que nuestro proyecto está por encima de eso. Es un establecimiento en el que la lengua minoritaria se debe sentir cómoda, y de hecho, la mayoría de clubs de lectura y las charlas sobre economía crítica están muy dirigidas al euskera, pero no se trata de segmentar a quienes nos visitan, sino hacer un espacio para todos y todas.

S: Los títulos que encontramos en las baldas no son los típicos libros a encontrar en cualquier ciudad. ¿Cómo se seleccionan? ¿Resulta difícil conseguirlos?

M: Desde un principio tuvimos claro que este establecimiento debería estar predominantemente dirigido al ensayo político, reivindicativo, vendiendo libros originales con los que reflexionar y debatir (anarquismo, comunismo, feminismo, historia de las religiones…). Aquí tenemos clásicos atemporales como “El capital” de Karl Marx o “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, pero pueden encontrarse todo tipo de géneros: música, cuerpo, ecología, viajes, economía, literatura infantil, crítica literaria, historia mundial, narrativa (desde narrativa española, vasca o europea hasta persa o hispanoamericana), poesía contemporánea o novela gráfica y cómic. Igualmente, hay quienes piden libros y nosotros los adquirimos y se los proporcionamos. Pese a que nos dirigimos a un tipo más bien específico de literatura, cualquier lector puede encontrarse cómodo aquí y encontrar propuestas interesantes entre los más de 30.000 libros que tenemos. No nos resulta muy difícil conseguir estos títulos, a fin de cuentas, ya sabemos dónde buscar, y nuestros clientes están satisfechos.

S: ¿Podría explicar cuál es el tipo de cliente que viene a Katakrak?

M: No hay un tipo de perfil medio, de hecho, este es un lugar de unión y charla de personas de edades y culturas muy distintas. Desde niños en edad de aprender a leer hasta jubilados con curiosidad e inquietudes culturales, Katakrak se llena de identidades distintas que encuentran algún libro que ojear o llevarse a sus casas. De hecho, nuestro enfoque es multicultural y nos gusta que los intereses y los gustos de todos tengan presencia.

S: ¿Cómo trabaja la cooperativa? ¿Tenéis en mente aceptar a nuevos miembros?

M: La cooperativa la conformamos 15 personas, de las cuales la mayoría estábamos en los sucesos del Euskal-Jai en 2004. 11 de nosotros trabajamos en esta empresa política a diario, y luego hay otros 4 que, pese a no trabajar aquí, también forman parte del grupo. Nos separamos en secciones y quehaceres determinados, y nos reunimos cada lunes por la mañana para comentar los aspectos más relevantes y las novedades de nuestros sectores. Por poner un ejemplo, yo llevaba desde el inicio encargándome de la parte de cafetería, pero ahora voy a cumplir un mes en librería. Al entrar en la cooperativa cada uno hace una aportación económica, e igualmente vamos pagando una deuda que tenemos con la banca ética, quien sufraga los gastos que un local así acarrea. Lo cierto es que este es un proyecto en el que la convivencia y la confianza son muy importantes para nosotros, por lo que vemos bastante complicado que nuevos miembros se incorporen, aunque de momento no nos cerramos a nada.

S: ¿Puede servir Katakrak para dar voz a nuevos autores que quieren darse a conocer?

M: Desde luego. Desde que comenzó esta aventura, no han sido pocos quienes se han animado a participar en recitales de poesía, o quienes nos han presentado obras propias. Es interesante dar a compartir las opiniones y el trabajo de cada uno, y a lo largo de nuestro recorrido, hemos recibido a autores muy diversos: desde una profesora universitaria de Nueva York a poetas amateurs, Katakrak ha abierto las puertas a todos y la gente ha contestado siempre muy bien.

S: ¿Cuáles son los planes de futuro de Katakrak? ¿Tenéis en mente ampliaros?

M: La verdad es que no (ríe), con esto tenemos ya suficiente. Seguiremos trabajando como hasta ahora, renovando y encontrando libros y organizando otros eventos culturales, nuevas charlas y debates, pero sin grandes cambios en la dinámica y el carácter del proyecto, pues hasta ahora nos ha ido muy bien. Francamente, nos sentimos afortunados de tener un espacio propio en el que trabajar día a día con unos valores que consideramos adecuados y de poder vivir de ello.

La entrevista finaliza cuando una madre y su hija pequeña pasan a la caja. Tras haber pasado un tiempo leyendo y contando cuentos, acaban de comprar un libro ilustrado para que la niña dibuje; es un despegable que acaba convirtiéndose en un rascacielos tan grande como un edificio normal. “Este tipo de libros les ayudan con su creatividad” dice con ilusión la madre, encantada. Esta mujer, pintora de profesión, nos confiesa que aprovecha cada tarde de miércoles para visitar Katakrak con su pequeña, mientras la hija mayor acude a actividades extraescolares. Las dos se van muy contentas, satisfechas con la compra.

Minutos antes, un divertido y entrañable matrimonio de unos sesenta años salía de la tienda. Clientes asiduos de la librería, él ha escogido un libro de ensayo de Albert Camus, y ella ha encontrado el libro que venía buscando, “Homo deus”, por Yuvel Noah Harari. Nos despedimos de Mónica, satisfechos de nuestro trabajo y agradecidos por haber podido presenciar una escena tan cotidiana e inolvidable: el momento en el que un libro es elegido y comienza a formar parte de nuestra vida; el instante en que comenzamos la aventura literaria que alguien en algún lugar pensó para nosotros.

NUESTROS RINCONES

entrevista

KATAKRAK

 Difícilmente resumible en la palabra librería

-> Entrevista
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