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   En un tiempo en que cierran librerías, voy a abrir una

Serendipia: Nos ha llamado mucho la atención la clasificación de los libros; no es “Realismo” o no es “Policiaca”, sino que más bien has puesto un título a cada sección ¿Por qué esta manera de distribuir los libros?

 

Deborahlibros: Soy muy anarquista en esto y por ello he hecho una mezcla. Sí que hay un “Rincón Negro”, que es donde está la Novela Negra, pero de hecho es la única sección que está diferenciada por género. Por otro lado, está la sección de no ficción, donde entra el periodismo o las biografías, y a la que yo he llamado “Dosis de Realidad”. En “Delicatessen” se sitúa lo que yo considero que es literatura pata negra, y en “Troteros de playa y chimenea” libros un tanto más ligeros, literatura de evasión, pero con un mínimo de calidad.

 

S: por tanto, podemos afirmar que es un reparto de la librería muy personal, pero ¿has cambiado alguna vez de parecer respecto a algún libro?

D: Sí, es algo muy mío. Me gusta cuando viene algún cliente, se acerca a la sección de de Delicatessen y, amistosamente, me dice “¿pero qué hace esto aquí? ¡Esto es un Trotero!” o cuando ven algún Trotero y reivindican que estén en Delicatessen. Quizás haya cambiado de parecer hacia algún libro, pero de los que no haya leído (que son pocos).

 

S: ¿Consideras importante en diálogo que tienes con los clientes?

D: Sí, muy importante. De hecho, tengo un cuaderno donde apunto las recomendaciones de algunos clientes, y la lo consulto cuando tengo que hacer la reposición. Es muy importante escuchar a tus clientes: si no, no puede ver por dónde van los gustos de la gente, qué espera la gente cuando viene. Lo que yo intento es seleccionar los mejores libros que pueda ofrecer a mis clientes; por eso no suelo coger las novedades en cuanto salen, porque considero que es un libro que puedes encontrar en cualquier otra librería. Prefiero que los libros recién salidos de las editoriales pasen primero mi filtro; no me gustaría vender un libro a un cliente y más tarde, al leerlo, llevarme una sorpresa y pensar “¡Dios mío, esto no se lo puedo vender a nadie!”. Yo también he sido usuaria, y nunca me gustó sentirme robada al comprar un libro de 24€ que finalmente me decepciona mucho. Lo que yo pretendo al final es que la oferta quede para un grupo de gente y de gustos amplio, que no decepcione.

 

S: Es mucha la diferencia de entrar en este lugar, donde se puede pedir consejo, que el ir a una librería donde, cuando pides que te hablen sobre un libro, te dicen “No te puedo recomendar porque yo solo trabajo aquí”. ¿Cómo reaccionan los clientes ante este matiz personal, ante este cuidado especial del contenido que se ofrece y la relación que se quiere establecer con ellos?

D: Yo creo que es ahí donde está la diferencia entre un dispensador y un libro. Se supone que un librero debe tener ese “plus” del asesoramiento. Sí que se nota cuando un cliente viene por primera vez y te pide directamente que le recomiendes un libro; ahí es donde intuyen que es una librería de verdad. No concibo el hecho de que un librero no sea capaz de aconsejar a sus clientes, o que no conozcan el nombre de los grandes de la literatura.

S: ¿Qué otras actividades, a parte de la venta de libros, realizas aquí?

D: Por un lado, tengo el “Menú semanal” cada semana recomiendo un libro, y cuando alguien lo compra le invito a un café y a un galletita francesa. A parte, hacemos una oferta de actividades en inglés junto a un profesor nativo, con textos originales, no adaptados. No lo considero un “club de lectura”, sino más bien un juego de rol, como si fuese un cluedo. Antes de cada sesión llamamos a los participantes y les asignamos un rol; de lo que se trata es de adivinar quién es el asesino. Siempre nos inspiramos en textos de Conan Coyle o Agatha Christie. Un día hicimos un caso de Sherlock Holmes con ocho o nueve personas, y fue una gozada. Estuvimos unas dos horas en las que el profesor mediaba mientras ponía vídeos y daba nuevas pistas, y los participantes tenían que hablar entre ellos hasta descubrir quién era el asesino. Después el profesor corregía los fallos de pronunciación y gramática, ya que toda la sesión es en inglés.

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